Cambios de mentalidad: cómo no culpar a tu pareja cuando las cosas van mal
Cuando estás en medio de una discusión con tu pareja, a veces puede ser difícil racionalizar lo que dicen con lo que oyes. Queremos encontrar una solución, pero acabamos echándonos la culpa para decidir quién gana y quién pierde la pelea. Al hacerlo, nos encontramos trabajando el uno contra el otro en lugar de resolver la cuestión como uno solo.
En mi línea de trabajo, veo parejas que a menudo se encuentran enredadas en conflictos, luchando por encontrar resoluciones por una miríada de razones. Estas disputas pueden verse intensificadas por heridas no cicatrizadas provocadas por experiencias pasadas, que conducen a reacciones estridentes y carentes de los matices de un enfoque maduro. En otros casos, los conflictos persisten bajo la superficie, acumulándose a lo largo del tiempo sin una vía clara de resolución. Puede ser el resultado de una falta de madurez a la hora de manejar conversaciones difíciles, o la tormenta emocional que rodea al asunto puede parecer demasiado abrumadora para abordarla.
Independientemente de las razones, el denominador común es que los conflictos persisten cuando ambas partes no quieren o no pueden afrontarlos y resolverlos. Algunos afrontan los desacuerdos con el deseo de salir victoriosos, desviando la atención de la búsqueda de un terreno común. Otros pueden buscar una solución precipitada para evitar la incomodidad que suelen provocar los conflictos. Sin embargo, en ambos casos, la cuestión central sigue sin resolverse.
Como coach de vida, mi recomendación es abordar los conflictos con madurez, una vez que la tormenta emocional se haya calmado. Sólo entonces las parejas pueden entablar un diálogo significativo, fomentar la comprensión y trabajar juntas para encontrar soluciones duraderas a sus problemas.
Aquí presento una guía paso a paso para ayudar a las parejas a abordar los conflictos de forma constructiva y sin atribuirse culpas.
En primer lugar, tienes que mentalizarte. Aquí tienes cuatro cosas que puedes hacer para prepararte:
- Dedique un tiempo específico: Programe al menos 30 minutos para centrarse específicamente en la resolución del conflicto. Este tiempo dedicado permite a ambos miembros de la pareja prestar toda su atención al asunto en cuestión sin distracciones.
- Abre tu corazón: Antes de profundizar en el conflicto, tómate un momento para recordarte a ti mismo y a tu pareja que os queréis. Si existen dudas sobre el amor, abordadlas como paso fundamental antes de continuar.
- Abre tu mente: Reconozca que ambos perciben el problema de forma diferente. Pónganse simultáneamente en el lugar del otro, reconociendo que el punto de vista de cada uno es válido. Adopta la empatía y la comprensión para crear un terreno común.
- Cambiar el enfoque: Pasar de una mentalidad de enfrentamiento «tú contra mí» a un enfoque de colaboración «nosotros contra el problema». Este cambio sienta las bases para la resolución cooperativa de problemas.
Ahora que están mentalmente preparados, sigan juntos este ejercicio para ayudar a fortalecer estas conversaciones y su conexión.
Paso 1: Ejercicio de contacto visual silencioso
- Siéntense frente a frente. Mantengan el contacto visual en silencio durante 5 minutos. Puede parecer mucho tiempo, pero es una gran oportunidad para respirar, regular las emociones y fomentar la vulnerabilidad.
Paso 2: Verbalizar perspectivas honestas
- Con el corazón abierto, expresen por turnos sus puntos de vista sobre el conflicto. Céntrense en sus sentimientos y percepciones personales, evitando hacer suposiciones sobre los pensamientos o intenciones de la otra persona.
Paso 3: Reconocimiento mutuo y disculpas
- Ambos miembros de la pareja dicen: «Te quiero. Siento si mis acciones te han hecho sentir mal; no era mi intención». Esto fomenta el reconocimiento mutuo y abre la puerta a la comprensión.
Paso 4: Proponer soluciones juntos
- En lugar de quejarse y culpar, ofrezca sugerencias constructivas para resolver el problema. Tomen turnos de palabra y no interrumpan. Colabora en la búsqueda de puntos en común y acuerda una solución que funcione para ambos.
Al emprender el ejercicio, es crucial dejar de centrarse en la culpa y el dolor y adoptar una mentalidad orientada a la solución. La resolución de conflictos se convierte en un viaje guiado por las buenas intenciones y el amor, a medida que las parejas se esfuerzan por comprender las perspectivas del otro y trabajan en colaboración contra el problema en lugar de hacerlo el uno contra el otro.
Para quienes el ejercicio suponga un reto, puede ser un momento oportuno para revisar los fundamentos de su personalidad emocional, profundizando en el autoconocimiento y el crecimiento. Si uno de los miembros de la pareja es más receptivo al proceso que el otro, demostrar empatía se convierte en la clave.
En este proceso, es esencial alejarse del análisis lógico y conectar profundamente con el corazón y el amor que sientes por tu pareja. Al hacerlo, preparas el terreno para el éxito. Recuerda que el camino hacia la resolución de conflictos es compartido y que el éxito es posible cuando se aborda con sinceridad, empatía y un compromiso genuino con el bienestar de la relación. A por ello.
Este artículo se utilizó en una publicación de Belfast Telegraph.